sábado, 27 de septiembre de 2014

La Santa Misa - Capítulo décimo tercero - Ritos finales

 Acción de gracias
Hemos recibido a Jesús Eucaristía. Al comulgar Jesús está dentro de ti, como en un Sagrario Vivo.
No dejes pasar la oportunidad de decirle que le amas y pídele todo lo que quieras, que sea para tu bien y el de todos.
Cuentan que en una ocasión San Felipe Neri vio cómo un feligrés salía de la iglesia sin dar las gracias a Dios al menos durante unos minutos (recuerda que Jesús Sacramentado está tras la Comunión Sacramental durante unos 10 minutos más o menos). Entonces el santo, con su habitual sentido del humor, mandó a dos monaguillos coger dos velas del altar y acompañar por la calle a aquel feligrés descuidado.
Al cabo de unos pasos molesto por la broma de los monaguillos les pidió explicaciones, a lo que los monaguillos no supieron dar más razón que que acudiera al cura.
Éste le hizo ver que en aquel momento era como un Sagrario andante y que se merecía los mismos honores, por el gran invitado que llevaba en su alma y que él descuidaba en su interior.
Esta simpática anécdota nos puede ayudar a tomarnos más en serio la presencia real de Jesús en nosotros tras la Comunión. No descuides su visita y aprovecha para dar gracias, pedir perdón y favores, reparar las ofensas de tantos que no le hacen caso o no le tratan con el amor que se merece.


RITOS FINALES
Bendición 
Dios nos bendice a través del sacerdote: -El Señor esté con vosotros. -Y con tu espíritu. Y la bendición de Dios, Padre, + Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. -Amén.

Dios nos bendice; nos da su fuerza para que podamos hacer el bien. Es buen momento para pedirle que nos ayude a ser buenos cristianos, a saber corresponder a tanto amor como hemos ido recibiendo a lo largo de la Santa Misa.
Cuando recibes la bendición no olvides signarte como signo de que recibes la bendición de Dios. Pídele que llegue hasta el fondo de tu alma, que te vaya transformando de verdad.
Pero recuerda, la acción de Dios no es un acto de magia, depende también de nuestras correspondencia, de lo en serio o no que nos tomemos la vida de la gracia, la vida cristiana que Dios nos regala como un don a través de los sacramentos.
Una respuesta que se da cada día a un Dios que nos llama, a un Dios que no se desentiende de nosotros, sino que con su amor y su entrega nos da la fuerza para afrontar la vida con una alegría siempre renovada.

Despedida y envío
La Santa Misa ha terminado.
Y el sacerdote así no lo anuncia con esas palabras tan conocidas: -Podéis ir en paz. -Demos gracias a Dios.
Pero ese «podéis ir en paz» significa mucho más de lo que podemos intuir a simple vista, es una nueva llamada de Dios a llevar la paz y todo lo que hemos recibido en la celebración allá donde nos  encontremos. 

Es decir, es una llamada a la misión que siempre tenemos por delante de construir el Reino de Dios que Jesús nos ha traído: ese reino de justicia, de amor, de paz, de alegría, de concordia, de valentía, de gozo, de libertad, de humildad, de esperanza, de fe… que vamos edificando a lo largo de nuestra vida.