sábado, 21 de junio de 2014

La Santa Misa - Capítulo duodécimo - Rito de Comunión - Recibimos a Jesús

Comunión

En la entrega anterior nos quedamos a las puertas de comulgar, y te advertía que era necesario mirar primero hacia dentro, pues son necesarias varias condiciones para poder recibir a Jesús Eucaristía. De modo que si falta alguno de ellos, aun con dolor nos deberemos quedar sentados en el banco rezando, y pedir al Señor poder comulgar la próxima vez, dando los pasos necesarios.

Como puedes suponer, comulgar no es algo más dentro de la vida cristiana. Es el acto más importante de todos los que podemos hacer.
Es recibir a Jesús, y sería una gran falta de respeto recibirle de cualquier manera. Así como cuando recibimos una visita importante en nuestras casas y lo preparamos todo con esmero, así ha de ocurrir también en nuestras almas para la mejor visita que, sin duda, recibimos.

¿Qué es necesario para poder Comulgar?
  1. Saber a quién se recibe y creer en Él. Es decir, hace falta fe y poder distinguir entre el pan común y Jesús.
  2. Estar en gracia de Dios, es decir, sin pecados mortales; aquellos pecados que matan nuestra relación con Dios y que solo se perdonan a través de la Confesión Sacramental.
  3. Ayuno eucarístico. Una hora antes de comulgar le ofreceremos a Dios el sacrificio de no tomar nada, salvo agua o medicinas; esto nos ayuda a ser conscientes desde un rato antes de a Quién vamos a recibir.

Si no estás bien dispuesto en alguno de estos tres requisitos no te pongas en la fila de comulgar, porque recuerda lo que nos dice San Pablo: Examínese, por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces coma del Pan y beba del Cáliz; porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación.
Más claro no nos lo puede decir. Sería una gran pena que recibieras a Jesús en la Comunión en pecado grave o mortal, recibiendo así en lugar de la Salvación, la condenación, haciéndote más culpable de tus pecados, a través de un sacrilegio tan fuerte.
Por otro lado, no te acostumbres a no comulgar; más bien haz todo lo posible para poder recibir a Jesús. Si hace falta te confiesas, que no es un drama ni nada por el estilo, sino recibir la misericordia de Dios que te hace posible recibir a Jesús.
Al fin y al cabo, como nos dice el Papa la Comunión es para los pecadores, para aquellos que reconocen que solos no pueden hacer nada.

Fíjate en una de las dos oraciones que ha de decir el sacerdote antes de comulgar, en secreto: Señor Jesucristo, la Comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre, no sea para mí motivo de juicio y condenación, sino que por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
Tras hacer la genuflexión a Jesús Eucaristía en señal de profunda adoración, el sacerdote mostrará a Jesús como vimos en la entrega pasada.
Puedes recibir a Jesús de dos formas, bien en la boca, bien en la mano. Las dos tienen un significado profundo, y en las dos hay que hacerlo con máximo respeto y adoración.

Al recibir a Jesús en la mano, nos reconocemos pobres ante Él, necesitados. Pero atento, atenta, que ninguna miga se desprenda, por pequeña que sea, porque en cada miga está Cristo entero, en su Cuerpo y en su Sangre, en su Alma y en su Divinidad. Se muy cuidadoso o cuidadosa si le recibes así. No te muevas del sitio hasta haber comido a Jesús, no importa que la fila no avance tan rápido. Comulga siempre delante del sacerdote, y deja que él te ponga a Jesús en la mano, sin extender los dedos, porque tú lo recibes.

Si por otro lado, recibes a Jesús en la boca expresas la pequeñez de tu vida ante Dios, pues solo a los niños pequeños se les da de comer a la boca. Es un gesto más significativo y hermoso, aparte que tiene menos peligros de que Jesús caiga al suelo o se desprendan migas.