sábado, 14 de junio de 2014

La Santa Misa - Capítulo Undécimo - Rito de Comunión - Presentación de Jesús

Una mirada atrás para seguir adelante…


¿Te das cuenta? Ya hemos llegado al momento más importante de la Santa Misa, por decirlo de una manera al momento crucial.

Jesús que nos ha hablado a través de las lecturas, en especial del Evangelio. 
Hemos ido preparándonos todo el rato para este momento. Hemos ofrecido a Dios toda nuestra vida, nuestra semana, nuestro día en el ofertorio para que en el momento de la Consagración encontrará el pan y el vino, sino también todos nuestros proyectos, nuestras preocupaciones, nuestras ilusiones y toda nuestra vida a sus pies, y así poco a poco, Misa a Misa los vaya transformando, a través del Sacrificio de Jesús en la Cruz y con toda la fuerza del Espíritu Santo.
Hemos asistido con asombro y gratitud, de rodillas, en el momento supremo de la Consagración, cuando Jesús se entrega por ti y por mí en la Cruz.
Hemos rezado el Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó y como muestra de que nos lo tomamos en serio hemos dado la paz a todos los que tenemos cerca, pero eso no es suficiente, hemos de vivir de ese amor de Jesús por nosotros con todos los demás, de verdad, sin trampa ni cartón.
Porque lo que vivimos en Misa no es algo separado de nuestra vida, sino que quiere transformarnos; tiene influencia directa sobre todo lo que nos ocurre. Dios no se conforma solo con una parcelita de mi vida, con estar arrinconado en un rincón para cuando le necesitamos.
Dios nos quiere siempre, y quiere que siempre le queramos.

Cordero de Dios

Antes de comulgar el sacerdote nos va a presentar a Jesús, pero nos presenta a Jesús Eucaristía de un modo muy particular, pues mientras recitamos o cantamos el Cordero de Dios, pidiéndole que tenga misericordia de nosotros y que nos de su paz para nuestras vidas.
Mientras el sacerdote, con mucho amor y delicadeza, parte la Sagrada Hostia en, al menos, tres partes, y pone el pedacito más pequeño al Cáliz junto a la Sangre de Jesús simbolizando de este modo que el que ha muerto en la Cruz resucita, al unirse de nuevo su Cuerpo y su Sangre.
A continuación, el cura toma a Jesús en su Cuerpo y en su Sangre y mostrándolos a los fieles dice: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, dichosos los invitados a la Cena del Señor.
Presta mucha atención. Estás realmente ante Jesús que quiere reunirse contigo. Quiere que tengas un momento de gran intimidad con Él. Es tu Amigo, tu Señor, tu Rey, tu Amante, tu Todo… y quiere estar contigo.
¿Te has preguntado alguna vez por qué la Sagrada Hostia está partida en este momento?, ¿qué significado tiene? ¿Por qué le falta un trocito?
Es muy sencillo. Quiere expresar a Jesús Resucitado que, como a los Apóstoles, se presenta en medio de nosotros como Príncipe de la Paz, mostrando en sí todavía las marcas de la Cruz: las heridas en su costado, manos y pies, por eso la Sagrada Hostia está partida y le falta un trocito. Porque Jesús, muerto y resucitado, se parte y se reparte por nosotros, de modo que pueda llegar a todos los que estén bien preparados.

Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme, le decimos como el centurión romano. 

Pero no lo decimos solo de boca sino de corazón y de verdad; reconocemos que no somos dignos de recibir al Señor, de que nuestro Redentor venga con nosotros.



Es momento de mirar hacia dentro, y ver si cumplimos con las disposiciones que nos pide la Iglesia para poder comulgar, y que veremos detenidamente en la próxima entrega.