domingo, 2 de marzo de 2014

Capítulo Séptimo - Liturgia Eucarística - Plegaria I

Es la parte central de la Santa Misa. Ofrecemos a Dios el Santo Sacrificio de Jesús en la Cruz, que se actualiza, se hace presente entre nosotros por la acción del Espíritu Santo.

Prefacio
Comienza con un diálogo entre el sacerdote y el pueblo, en el cual se invita a centrarnos  de un modo muy especial en Dios.

El Señor esté con vosotros
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón
Lo tenemos levantado   hacia el Señor
Demos gracias al Señor, nuestro Dios
Es justo y necesario.



Recuerda que para este momento ya estamos de pie, pues nos levantamos en la invitación a orar del sacerdote previamente.
Por eso, la invitación que nos dirige ahora el sacerdote no es a levantarnos del asiento, sino a elevar nuestro corazón, nuestra oración, nuestra vida a ese Dios que nos ama tanto y que va a bajar por nosotros al altar en la Consagración.
A continuación damos gracias a Dios por nuestra salvación que es Jesucristo, según los distintos momentos de su vida o de las festividades que celebramos.
Le damos gracias por todo lo que ha hecho y hace por nosotros. Por todo. Lo que entendemos y lo que no. Le damos gracias especialmente por haber enviado a su Hijo al mundo para salvarnos y hacemos hijos de Dios.
Aprovecha este momento para darle gracias por tantas y tantas cosas: fe, vida, salud, padres, amigos, trabajo, estudios… y todo lo que se te ocurra.

Santo
En este momento nos unimos a todos los ángeles y santos que en el Cielo constantemente dan gloria a Dios en el rezo o canto del Santo.
Adoramos a Dios Padre. Quita de tu corazón todo lo que te aparta de Dios (pereza, egoísmo, orgullo, envidia, ira, lujuria, soberbia) y quiérele tanto que se olvide de la indiferencia de muchos.
Hosanna es la palabra hebrea de alabanza, es una forma de mostrar a Dios nuestra admiración y gratitud por todo.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

(Santo gregoriano, Misa de Ángelis)

Plegaria
Es la parte más importante de la Misa: actualiza la muerte y resurrección de Jesús.
Existen varias plegarias distintas en las que de formas distintas vamos expresando lo mismo.
Nosotros nos vamos a centrar en la Plegaria Eucarística III, aunque todos sus elementos aparecen en las demás.
Tras el rezo o canto (siempre mejor, porque expresa mejor la unión con con los ángeles y los santos que continuamente lo cantan en el cielo) del santo, el sacerdote de una u otra manera proclama la santidad de Dios.

Epíclesis: invocación al Espíritu Santo
Es un momento muy hermoso que no puedes dejar escapar porque pasa muy rápidamente.
La Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo (o el poder de su bendición) para que santifique el pan y el vino y se conviertan, por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. A esto es a lo que llamamos transubstanciación, porque sin cambiar las apariencias cambia la esencia, es decir, parece pan, pero no es pan.
Santo Tomás de Aquino en su bello himno eucarístico, Adoro te devote, afirma: “en Ti se equivocan el tacto, la vista, el gusto, pero basta el oído para creer con firmeza”.


El celebrante extiende las manos sobre las ofrendas. El pueblo se arrodilla para adorar a Dios que se presenta entre nosotros.