El Padrenuestro
Es la oración que nos enseñó el Señor (la Oración Dominical): somos hijos de Dios y hermanos.
Fíjate en las siete peticiones que haces a Dios en esta oración tan hermosa e importante:
- Santificado sea tu nombre: le pedimos que nos comportemos de tal modo que su nombre sea honrado en nuestra vida.
- Venga a nosotros tu reino: le pedimos que reine Él en nosotros, que sea Él quien dirige nuestras vidas.
- Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: le pedimos que así como los ángeles y los santos son felices obedeciendo siempre la voluntad de Dios, lo seamos también nosotros obedeciendo a Dios.
- Danos hoy nuestro pan de cada día: le pedimos que no nos falte nunca el alimento corporal ni la Eucaristía en nuestra vida; y es una forma de recordarnos que tenemos que compartir nuestros bienes con todos los hombres y mujeres que nos rodean.
- Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden: condicionamos el perdón que queremos recibir de Dios del perdón que nosotros damos a los demás, de modo que si nosotros no perdonamos, Dios tampoco nos perdone.
- No nos dejes caer en la tentación: le pedimos que no respondamos a las llamadas que el diablo nos insinúa de apartarnos de Dios.
- Líbranos del Mal: pese a lo que muchos piensan no se refiere esta última petición a los males físicos o morales, ni siquiera a los espirituales, sino que se refiere directamente al Maligno, Satanás.
Por esto, en la oración que llega a continuación el sacerdote pide a Dios que nos libre de todos los males, pero no solo esto, sino que ayudados de su misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos a la segunda venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Porque no podemos olvidar que este mundo tiene fecha de caducidad y el fin del mundo se producirá cuando regrese Jesús en gloria. Venida que hemos de esperar con ilusión, preparándonos cada día con buenas obras.
A esta oración responderemos: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
¿Te das cuenta qué estamos diciendo en este momento? Porque no es poco lo que decimos y lo que ofrecemos en este momento a Dios:
Tuyo es el reino: es decir, le estamos diciendo a Dios que queremos que sea Él quien dirija nuestras vidas, quien reine sobre nosotros.

Tuya la gloria: muy importante, pues le decimos a Dios que no queremos aplausos ni méritos, sino que todo proviene de Dios y solo Dios es merecedor de todas las medallas por siempre.
Rito de la paz
Comienza el sacerdote dirigiéndose directamente a Jesucristo presente en la Eucaristía en el altar: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “la paz os dejo, mi paz os doy”…
Seguidamente nos hace participar de la paz del Señor: la paz del Señor esté siempre con vosotros. Pero no se detiene ahí: a continuación nos invita extender esa paz entre nosotros, dejando atrás toda enemistad o problema que hayamos podido tener.