sábado, 10 de mayo de 2014

La Santa Misa - Capítulo Noveno - Final de la Liturgia Eucarística - Nos acordamos de todos

Epíclesis de comunión 

DIRIGE TU MIRADA SOBRE LA OFRENDA 
DE TU IGLESIA, Y RECONOCE EN ELLA LA 
VÍCTIMA POR CUYA INMOLACIÓN 
QUISISTE DEVOLVERNOS TU AMISTAD, 
PARA QUE, FORTALECIDOS CON EL 
CUERPO Y SANGRE DE TU HIJO Y LLENOS 
DE SU ESPÍRITU SANTO, FORMEMOS EN 
CRISTO UN SOLO CUERPO Y UN SOLO 
ESPÍRITU. 
La palabra epíclesis que ya la vimos más arriba, viene, de nuevo, del griego, y significa invocación.

Pedimos al Padre que el Espíritu Santo nos santifique para que seamos un solo cuerpo y un solo espíritu, y dignos de recibir la Eucaristía. Aprovecha para decir a Dios que no te quieres  separar nunca de la Iglesia, que quieres permanecer muy unido a la gran familia de los hijos de Dios.

Intercesiones 
Suplicamos ahora a Dios Padre para pedir en favor de toda la humanidad. Imitamos, así, a Jesús cuando oraba: Él es nuestro intercesor ante el Padre. Pedimos por la paz, la Iglesia, los difuntos.

Las intercesiones son oraciones por las que nos unimos a la Iglesia del Cielo, de la tierra y del Purgatorio, al conjunto de toda la Iglesia.

En la Misa toda la Iglesia reza unida: por los vivos, los que estamos presentes en ese momento y  toda la humanidad; por las almas del Purgatorio, que  esperan la purificación de sus pecados para alcanzar la alegría plena del Cielo. Y pedimos la intercesión de los santos, aquellos hermanos nuestros que ya han  llegado a puerto para que desde allí nos ayuden.

Reza por los difuntos. Y recuerda: algún día morirás. La vida es la oportunidad de llegar al Cielo: ¿cumples la voluntad de Dios?, ¿qué haces por los demás?

Doxología 
Palabra que viene, de nuevo, del griego para significar alabanza y glorificación.

El sacerdote termina la plegaria eucarística antes de comenzar el Rito de Comunión, con la elevación de la Hostia y el Cáliz.

Glorificamos a Dios presentándole la gran Víctima inmolada que es Cristo (Hostia, viene del latín y significa justamente “víctima”), dándole un honor y gloria absolutamente perfecto.

POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL, 
A TI DIOS PADRE OMNIPOTENTE EN 
LA UNIDAD DEL ESPÍRITU SANTO, 
TODO HONOR Y TODA GLORIA POR 
LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. 

Como todas los finales de las oraciones lo dice solo el sacerdote.
Por Cristo: a través de Cristo, por medio de Él, que es el único Camino que nos lleva al Padre.
Con Él: con Cristo, en unión íntima con Él, porque toda gracia, toda ayuda divina nos llega de Él.
En Él: dentro de Él; los bautizados somos parte de Cristo, miembros del Cristo, unidos a Él como los
sarmientos a la vid.
En la unidad del Espíritu Santo: que nos une, nos lleva a la íntima unidad con Dios Padre.
Amén Parece que es poco lo que se te deja decir en toda la Plegaria Eucarística, después de todo lo que ha dicho el sacerdote; sin embargo, no es poco lo que se condensa en una palabra tan sencilla y tan breve,  que viene del hebreo.
La podríamos traducir como “Así es”. Es decir, es una afirmación profunda y total de todo lo que ha dicho el sacerdote anteriormente.
Además, has ido viendo como unirte a lo que va diciendo el sacerdote a lo largo del prefacio y la plegaria. No estás en Misa de una manera pasiva, solo recibiendo, sino que tienes que estar de una manera muy activa sin parar de poner tu cabeza, tu corazón, tu cuerpo y tu alma en todo lo que va haciendo el sacerdote. De ahí la importancia de las posturas en la Misa. Estar de pie, sentados, de rodillas… y con el corazón y la mente atentas.