Acto penitencial
Pedimos perdón por nuestros pecados y por los de todos los hombres.
Haz el propósito de no pecar más. Si tu dolor por los pecados es sincero, no tengas ninguna duda: Dios te perdona los pecados veniales, aquellos que no son mortales; ya sabes que éstos sólo se perdonan a través de la Confesión Sacramental.
El sacerdote nos invita a pedir perdón de nuestros pecados, es un momento importante que no podemos dejar pasar como si nada.
Nos recogemos un poco en silencio y pensamos en qué hemos ofendido a Dios a lo larga de la semana para pedirle perdón.
Luego rezamos todos juntos: Yo confieso, ante Dios Padre Todopoderoso…
Terminará el sacerdote pidiendo a Dios que perdone nuestros pecados: Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Señor, ten piedad
Padre:
Señor, ten piedad.
Hijo:
Cristo, ten piedad.
Espíritu Santo:
Señor, ten piedad.
Pedimos a Dios que tenga misericordia de nosotros.
Gloria
Alabamos a la Trinidad, unidos al canto de los ángeles que en Navidad cantaron: “Gloria a Dios en el cielo...”.
Qué bien nos haría que lo tomáramos para rezar algún día en nuestra oración personal.
Por tres veces pedimos piedad de nosotros porque reconocemos con humildad que somos pecadores que solo tú eres Santo, Solo tú Señor, solo tú Altísimo, Jesucristo, igual de Santo que el Padre y que el Espíritu Santo
Oración colecta
Es la primera ora-ción que dirige el sa-cerdote a Dios en nombre de todo el pueblo fiel congrega-do entorno al Señor.
Se le llama oración “colecta” porque recoge todas las intenciones de los fieles y de la Iglesia que, con humildad, dirigimos a Dios.
Fíjate que en la mayoría de las oraciones colectas de las misas nos dirigimos a Dios Padre. Y es que como ya dije en la entrega anterior, no podemos perder de vista que la Santa Misa es la oración que la Iglesia dirige siempre a Dios Padre.
El sacerdote nos invita a rezar en silencio, diciendo: “oremos”.
Es el momento de poner muchas intenciones (por el Papa, por el Obispo, por los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales, familia, paz, enfermos, y quizás también por todas esas cosas que traes que te inquietan, que te ilusionan…).
No lo olvides. La Misa es la oración que más le gusta a Dios.